El desierto de Villa de Leyva fue heredado de la época colonial cuando en el valle de Zaquencipá, crecían abundantes frutos diversos cultivados por los Muiscas.
Una vez los españoles invadieron la zona, decidieron hacer monocultivos grandes de maíz y trigo, esto inicialmente, abasteció a una importante parte de la Nueva Granada de dichos cereales, pero, no pasó mucho tiempo hasta cuando la tierra erosionó y una plaga también atacó, que toda la tierra quedó inservible. Desde entonces esta área “desértica” fue dando forma al epicentro turístico del municipio de Villa de Leyva. Aquí, se encuentran amonitas de la prehistoria al levantar pequeñas rocas del suelo, también se hallan en la zona los célebres Pozos Azules, el Museo del Fósil, el Centro de Investigaciones Paleontológicas, la granja de avestruces y los sinuosos y emocionantes caminos de las cuatrimotos.
Bellas tomas de postal semejantes a los paisajes andaluces, encantan a los visitantes a la hora del tardecer con filtros naranja y amarillos sobre las colinas, los pinos y la silueta de las montañas del vecino municipio de Sutamarchán.
Se puede llegar al desierto en carro ó a pie, estacionar en los Pozos Azules (km 2 vía Villa de Leyva – Santa Sofía), realizar la caminata de media hora allí, disfrutar el paisaje y tomar fotos, para luego, salir a los otros sitios de interés o probar la pista de las cuatrimotos. Esta actividad se lleva a cabo en un lote de 14 hectáreas, donde podrás disfrutar de la moto en el ambiente más seguro posible. Tiene un costo de 70.000 pesos por moto, por hora, para subir, bajar y derrapar en los senderos del desierto.
La Granja de Avestruces es ideal para familias con niños que quieran pasar un rato conociendo estas imponentes aves, así como el Museo del Fósil y el Instituto de Investigaciones Paleontológicas, donde emprenderán un viaje guiado al pasado, descubriendo los ecosistemas y especies que habitaban esta zona y los secretos interesantes que sus fósiles esconden.
RÁQUIRA, DESTINO OBLIGADO CUANDO VIENE A VILLA DE LEYVA
Cuando se está de turismo en Villa de Leyva, hay un lugar de obligada visita, la población de Ráquira. Este pueblo ubicado a 28 kilómetros de la Villa que fuera construido sobre el original Muisca, fue re-fundado en 1.604 por los frailes de la Orden Agustinos Recoletos, seguidores de San Agustín de Hipona, quienes, una vez consolidada la fundación se retiraron a unos 7 kilómetros para construir un monasterio en lo que es llamado actualmente el caserío de La Candelaria.
Desde tiempos inmemoriales en la región se ha trabajado la cerámica, fabricada con el barro obtenido de las formaciones geológicas arcillosas que la rodean. De hecho Ráquira, en lengua Muisca está compuesta por dos vocablos, Rua (olla) y Quira (pueblo), es decir pueblo de olleros.
En tiempos de la colonia, la actividad no se suspendió y la fabricación de ollas y tiestos siguió siendo el eje de la economía del territorio. Este comercio era muy intenso y no solamente continuó en la colonia sino también en la era republicana, consiguiendo sobrevivir en la modernidad contemporánea. A partir del inicio del boom del turismo alrededor de Villa de Leyva, Ráquira comenzó a captar su flujo de turistas, iniciando una dinámica centrada en las artesanías.
No solamente las artesanías locales, con su eje en la cerámica ancestral, sino en la comercialización de todo tipo de artesanías nacionales e internacionales. Paralelamente, las administraciones locales iniciaron la recuperación y restauración de la arquitectura colonial existente (muy poca), continuando con una neocolonial muy interesante. Y en contraposición con Villa de Leyva, caracterizada por el blanco de sus paredes y verde en sus balcones, puertas y ventanas, Ráquira hace la diferencia con fachadas de todos los colores adornadas con pinturas alegóricas a su pasado y su presente. Es una fascinante experiencia recorrer sus calles principales, llenas de color y en sus fachadas colgadas todo tipo de artesanías.
El parque central, haciendo honor a sus raíces y tradiciones, presenta una exposición de esculturas elaboradas en barro, por los artesanos locales, que describen las costumbres campesinas de sus habitantes. Sobresale una escultura monumental de más de cuatro metros, donde muestra al campesino tradicional cargando loza. También hay otra de tamaño natural, realizada como homenaje a Jorge Veloza, raquireño destacado por la creación de la música “carranguera”, ritmo que se ha convertido en un género musical distintivo del departamento de Boyacá y ampliamente escuchada en todo el país. Venta de artesanías, gastronomía, turismo rural, contemplativo y de aventura, son la apuesta turística con la que Ráquira se juega su próspero futuro, consiguiendo en especial posesionarse como la Capital Nacional de las Artesanías. Actividad anual destacada, es el Festival de Cargueros cuyo tema principal es el desfile de campesinos grandes y chicos, cargando ollas y tiestos de la manera como se hacía antiguamente. Esta actividad se realiza en el mes de octubre de todos los años
Otro importante atractivo, es la visita al monasterio de los padres Agustinos Recoletos en La Candelaria. El lugar se hizo célebre porque en sus cuevas aledañas vivieron experiencias místicas varios ermitaños dedicados a la búsqueda de la santidad. Allí los Padres tienen un interesante museo con muestras de arte, objetos religiosos y antigüedades. En su bella capilla colonial todos los domingos se realiza una misa de sanación a la que asisten propios y extraños. El lugar cuenta con un agradable hotel, donde se realizan también, retiros espirituales con cierta frecuencia. Con todo lo anterior, es imposible, cuando se visita a Villa de Leyva, dejar de ir a esta bella población.
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